Estudiar a “DESTIEMPO”
Condicionantes familiares
En
edades tempranas no siempre nos invade la preocupación por un futuro
prometedor.
Dicho
futuro se siente lejos y los sueños parecen alcanzables sin
necesidad de demasiados esfuerzos.
No
todos los entornos familiares son iguales y diversas circunstancias
favorecen o perjudican la tendencia de los jóvenes hacia continuar
sus estudios o decantarse por una incorporación temprana - y más
precaria- al mercado laboral. Factores como la economía familiar o
la profesión de los progenitores marcan también las oportunidades
de unos y otros para apostar por la formación.
Condicionantes coyunturales
Hasta
hace una década la perspectiva social resultaba agradable y el
crecimiento económico parecía favorecer, en muchos casos, una fácil
incorporación al mercado laboral. No
siempre se establecía una correlación entre estudios realizados y
posibilidades de ocupación bien remunerada. Así que resultaba fácil
caer en la tentación de abandonar estudios con sus beneficios a
largo plazo para dedicarse a conseguir una economía que
aporte independencia más inmediata.
Como
decía aquel: “¡Juventud, divino tesoro!” y con mayor énfasis
si, además de pocos años, se dispone de una cuenta bancaria con
saldo positivo que permite que los caprichos salgan a relucir.
Cambio de planes
El
desafío llega cuando tras la caída del crecimiento económico,
comienza a existir menos demanda en algunos sectores laborales,
quedando excluidos muchos de los trabajadores ya experimentados que
no necesitaban de acreditaciones firmadas para poder subsistir.
Los
objetivos no cumplidos en el plano de la educación obligatoria toman
ahora especial relevancia y, cuando se creía estar preparado para
la realización de determinadas tareas, se hacen necesarias las diferentes acreditaciones para abrirse paso en el mundo laboral, así
que conviene no decaer y ponerse manos a la obra.
Educación para adultos
Es
importante tener la capacidad de aprender a aprender. La educación para adultos no sólo favorece la adaptación al medio laboral, es
prioritaria para mejorar la economía de la persona, así como para
desarrollar sus facultades intelectuales, desarrollo de pensamiento
crítico, toma de decisiones…
Hay
efectos colaterales que acarrean las circunstancias vitales de cada
individuo y en consecuencia la manera de encarar nuevos retos. Aunque
el ansia de mejora laboral actúe como incentivo, en ocasiones, la
clasificación por edad con la inseguridad que a veces conlleva, la
vida familiar con mayores obligaciones, la pérdida de rutinas para
el estudio… son circunstancias que no favorecen la consecución del
fín pero pueden contrarrestarse siempre con las ganas de reciclarse
y avanzar con la sociedad cambiante en la que estamos inmersos.
Es
fundamental un plan educativo consistente, adaptado siempre a nuevas
necesidades, en el que todos nos veamos incluidos en cualquier
momento, a cualquier edad. Un plan educativo que vaya siempre de la
mano con su aplicación en el mundo laboral vigente.
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